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Parecía que Elton John no iba a bajar nunca. Cuando Goodbye Yellow Brick Road, el séptimo álbum de Elton John y su primer doble LP, llegó en octubre de 1973, siguió a seis álbumes consecutivos en el Top 10. Los dos últimos habían llegado hasta el Top 1. Los dos últimos habían llegado al número 1. Cinco de los singles de John también habían alcanzado el Top 10 del Hot 100, incluyendo un éxito en la lista. El antiguo Reg Dwight estaba en la cima del mundo. ¿Qué se puede hacer a partir de ahí? La respuesta, por supuesto, era aún más alta.
Cuarenta años y dos docenas de álbumes de estudio después, GYBR sigue siendo el álbum de Elton John por excelencia. Y acaba de volver de la mano de UMe en una multitud de formatos que incluyen remasterizaciones en CD simple y doble, una reedición en vinilo de 2 LP, una edición Super Deluxe de 4 CD/1 DVD y un disco Blu-ray. Pero tanto si se reproduce en un tocadiscos como en un reproductor de CD o en lo último en tecnología BD, sigue siendo la expresión más pura del arte de Elton John. No es que Captain Fantastic lo haya hecho solo. GYBW es en gran medida un álbum de banda, con Dee Murray al bajo y dos músicos que aún hoy comparten escenario con John: Davey Johnstone a la guitarra y Nigel Olsson a la batería. Las exuberantes orquestaciones de Del Newman se encargaron de que el álbum reflejara sónicamente la grandiosa calidad cinematográfica a la que tan a menudo se refieren las letras de The Brown Dirt Cowboy, Bernie Taupin. El productor Gus Dudgeon hizo que todo el programa de canciones se mantuviera unido.
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Estaba relajado y feliz. La casa estaba llena de amor y calor. La madre de Julie estaba preparando los pasteles de canela más increíbles y el magnífico aroma llenaba la casa. Su padre y su hermano se burlaban de ella. Recuerdo que deseaba que mi casa fuera así, nunca había sentido nada parecido.
Me quedé con Julie unos días y fue muy agradable formar parte de una familia. Estaré eternamente agradecida por esos días tan especiales. Me mostraron que había una manera diferente de vivir y me dieron algo a lo que aspirar.
Sitio web de Yellow brick road lucas
Antes de hacerlo debo decir lo mucho que me alegra el corazón ver a la generación más joven aferrarse a la música en soporte físico. Hace un par de días estuve en una tienda de discos y me quedé impresionado al ver que estaba llena de compradores jóvenes con pilas de discos de vinilo para comprar.
Y no sólo eso, sino que ayer estuve en una reunión familiar y he aquí que una adolescente muy divertida (¡hola Zoey!) se llevó un nuevo tocadiscos y varios discos de vinilo nuevos (uno de ellos era la nueva edición de 2019 de “Abbey Road” de los Beatles, que me encanta). Me calentó el corazón, ¡realmente lo hizo! Pensaba que todas las formas de medios físicos estaban pasadas de moda, pero esta semana ha alegrado un poco mi perspectiva.
De todos modos, hoy quiero destacar un regalo de cumpleaños anticipado que recibí ayer también – una prensada de vinilo de disco de imagen más groovy de uno de mis álbumes favoritos de Elton John de todos los tiempos “Goodbye Yellow Brick Road”.
Desde entonces, he tenido este álbum en diferentes ediciones de CD, pero no lo he tenido en vinilo en años, desde que esa copia maltratada mordió el polvo y fue intercambiada hace años en una de mis purgas de vinilos en los albores de la era del CD.
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A los pocos minutos del documental inédito de 1973 Elton John And Bernie Taupin Say Goodbye To Norma Jean and Other Things, Elton John proclama con seguridad: “Me gustaría convertirme en una leyenda”.
La película, extravagante pero convincente, cuenta la historia del explosivo e increíblemente extravagante ascenso de John a la fama internacional durante cuatro años, que se cimentó con Don’t Shoot Me I’m Only The Piano Player en el 73 y que, de alguna manera, se agudizó y elevó a mayores alturas a finales de ese mismo año con el lanzamiento de este álbum, Goodbye Yellow Brick Road.
Es su álbum más vendido, generó el single más vendido de todos los tiempos y está considerado como su mejor obra. Como álbum, tiene sin duda momentos gloriosos, pero no todo ha quedado bien; algunos de ellos son dolorosamente torpes y sufren de parches de banalidad, quizá comprensible para un artefacto de hace 41 años y 17 canciones.
Entre las magistrales, está la electrizante y salvajemente artificiosa ‘Benny and The Jets’, cuyo estribillo tartamudo, su ambientación en falso directo y sus estruendosas palmas son una alegría auditiva; ‘Harmony’, con su línea melódica casi mágica; ‘Saturday Night’s Alright For Fighting’, con su riff relámpago y su innegable estribillo de altura. Sin embargo, es en esta canción donde se percibe una pequeña muestra del problema de este disco: el letrista de John, Bernie Taupin.